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DE LA CONDUCTA HUMANA
Autora: María Melba Forero Garavito
Esta reflexión tiene su fundamento en como la conducta, moralidad o ética humana se ha transformado a lo largo de nuestra historia, donde ya muchas de las definiciones han perdido su significado y vigencia; ya sea porque se han cambiado, alterado o transformado por otras definiciones la mayoría de las veces contrarias al espíritu que contenía la palabra.
La palabra Dignidad, según la definición de la Real Academia de la Lengua Española, establece lo siguiente: Calidad de digno, excelencia, grandeza, compromiso y decoro de las personas en la manera de comportarse, cargo o empleo honorifico y de autoridad.
Con la palabra Digno-na: Se dice de lo que merece algo en sentido favorable o adverso; cuando se usa en sentido absoluto, se toma siempre como algo bueno correspondiente al mérito y condición de una persona o cosa, que se presenta como tal.
Esta palabra Dignidad o "amor propio" en el lenguaje popular, era la máxima y más respetada calificación de la conducta y el comportamiento humano en sus actividades de vida; se podía decir de una persona que era digna de confianza, que sobrellevaba su vida o trabajo fuera el que fuera con dignidad; que se sentían ofendidos en su dignidad si eran considerados sujetos de compasión, caridad, escarnio o lástima por su condición social, porque mancillaba su orgullo, y su amor propio no se lo permitía, etc.
Sin embargo en estas últimas generaciones casi que ha perdido su valor; cuando advertimos que muchas personas utilizan su condición humana para acceder por la fuerza del derecho que les asiste, a permanecer en un lugar, en un país, en un quehacer, o junto a una persona que por ley, prejuicio o empatía no es bienvenida; ya sea porque se los discrimina por su raza, credo, condición social, o porque no se sienten obligados a querer o aceptar a las personas que no gozan de su simpatía, confianza, o amor.
Así obligamos a que nos quieran, realizamos trabajos que no apreciamos, decimos cosas que no sentimos, ofendemos o deshonramos por animadversión, afirmamos lo que no es cierto, hacemos lo que no nos gusta, estamos con personas que no respetamos, vamos a donde no queremos, solo por compromiso o vanidad; etc. Y todo por necesidad o porque se tiene UN DERECHO.
Una de las cosas que también me llaman la atención, es la utilización indiscriminada en el lenguaje cotidiano, culto y especializado de palabras como: pelear, reñir, luchar, guerrear, combatir, batallar, pugnar, disputar, resistir, lidiar, enfrentar, desafiar, retar, oponerse, chocar, etc.;, que son pronunciadas, escritas o gesticuladas reiterativamente como una manera muy explícita, agresiva y violenta de cualquier lenguaje, para obtener o lograr cualquier cosa
Parece ser que todas las conductas honorables o punibles se encuentran en el amplio rango de nuestras posibilidades humanas de comportamiento, y que somos nosotros quienes hacemos la elección en la medida que buscamos satisfacer nuestras necesidades o deseos.
Es evidente que los seres humanos hemos ido incrementando nuestras apetencias por las cosas: desde las más básicas como el alimento, la vivienda, el vestido y el oficio, hasta las más sofisticadas o extravagantes; en proporción y medida en que hemos ido desechando valores éticos o morales, y auspiciadas por el avance vertiginoso de los inventos que las tecnologías hacen posibles,
Esta realidad que no podemos ignorar ha cobrado cada día más relevancia, en la medida que se han ido ampliando nuestras demandas alimentarias, de confort, de salud, de educación, de empleo, de recreación entre otras muchas; que le han ido sumando valores agregados que las hacen más apetecibles, pero muchas veces inalcanzables para muchos.
Estas reflexiones tal vez un poco insólitas, vinieron a mi mente al escuchar a muchas personas y medios de comunicación masiva, hablar sobre el derecho a permanecer donde no los quieren, de hacer lo que no es permitido, a tomar lo que no es nuestro, etc. En esta forma hemos cambiado tanto, que hemos adoptado o cambiado el DERECHO por la DIGNIDAD, el RESPETO por La LIBERTAD. Aquí viene bien un dicho popular: "La necesidad tiene cara de perro", cuando se piensa que los perros se someten a todo, porque no tienen DIGNIDAD, ni RESPETO por nada ni por nadie; pues no poseen racionalidad, sólo instinto de supervivencia.
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