Del tango cubano al argentino
Por María Argelia Vizcaino www.mariaargeliavizcaino.com
Una realidad perceptible, aunque a muchos no les guste, es que el conocido Tango rioplatense o argentino-uruguayo viene del 
Tango cubano, o tango africano, americano o congo (que es el mismo tango que se interpretaba en nuestro territorio), como el 
Merengue dominicano nació del 2 X 4 de la Habanera conocida en La Española como Upa Habanera, y muchos otros ritmos que 
escuchamos muy populares en otros países. Reconocer la raíz musical no es para ofenderse, sino para demostrar conocimientos 
musicales correctos, pues con decir la verdad no van a perder su patrimonio.
Nosotros en Cuba sabemos que la Contradanza cubana, que después se convirtió en Danza, viene del Country Dance francés (no 
el inglés) y por eso no deja de ser auténtica cubana, y nuestro Bolero surge del Bolero español, que no tiene nada que ver con el 
cubano, sólo en el nombre y quizás en la motivación que le dio a los compositores de entonces para acriollarlo. Igualmente el 
bolero cubano es el primero en introducir el Cinquillo que trajeron a Cuba los esclavos de los franceses que huían de la Revolución 
de Toussaint Louverture.
El uruguayo Vicente Rossi en su estudio «Cosas de negros» indica que el ritmo Tango se deriva de formas musicales de la raza 
negra y considera que la voz Tango es onomatopéyica de origen africano. El gran periodista y cantante Luis Conte Agüero 
asegura que es árabe, significaba tocar instrumentos musicales. Estamos más de acuerdo con él porque los árabes ejercieron 
influencia en las culturas africanas importadas a la América, y también en la península ibérica, de ahí que sobre todo los andaluces 
y los afrocubanos de la cultura bantú, usen vocablos y tengan algunas de sus costumbres. A nuestro entender es una voz árabe que 
nos trajeron los africanos, aunque Natalio Galán, uno de los musicólogos más confiables, en su libro “Cuba y sus sones” nos 
dice: “…un mundo de posibilidades, tan inciertas como el término “Tango” no cuadra semánticamente con gitano o árabe”.
Y nos argumenta que ese “Tango” en Cuba fue considerado una reunión de negros donde se canta y se baila, y que los 
compositores cubanos de la mitad del siglo XIX elaboraron Tangos al 2 X 4, llamándoles Danzas y Habaneras. Nos indica además 
Galán, que el ritmo de éstas fue introducido en Cuba por los negros africanos y no por los andaluces como suponen otros 
investigadores, pues el Tango andaluz lo realizaban con dejos muy distintos.
La Dra. Elena Pérez Sanjurjo en «Historia de la Música Cubana» escribió que son designados Tangos a todas las danzas 
populares y callejeras, y Habaneras a las de melodías con estilo de romance con letras graciosas.
Asegura Galán que «la Habanera fue el primer ritmo americano que se exportó» porque los otros ritmos que se conocieron en 
España en el siglo XVI «...la chacona y la zarabanda parece tener origen indiano, pero son europeas.» Eso lo confirma el 
admirable escritor cubano Guillermo Cabrera Infante en el prólogo del libro de Galán.
Los españoles la entonaban por toda la América en sus obras de teatro confundido con el Tango andaluz, pero los principales 
portadores de la Habanera (con su ritmo Tango) al Río de la Plata fueron los negros esclavos cubanos y los marinos de color que 
iban en los barcos españoles a buscar carne salada (tasajo) a Montevideo, que era una de las principales comidas que se le daba a la 
plantación azucarera para que tuvieran energía para trabajar.
Desde 1850-80 se bailaba en el Río de la Plata los Chotis, Valses, Polcas, Mazurcas, Tangos andaluces, Milongas y Habaneras, a 
estas tres últimas le daban el mismo acompañamiento, por lo que son nombradas en Buenos Aires por Tangos. Por aquel tiempo, 
se publicaron Tangos como «La Menegilda» que era una Habanera de la Zarzuela «La Gran Vía».
Por eso el conocido Tango rioplatense sale de temas en compás 2 x 4 (como el cubano). Otros pueblos le aportan sus 
influencias, --según dicen en Uruguay por su cercanía al momento de formarse-- como el ritmo afrouruguayo Candombe que 
clandestinamente se le llamó Calenda, Tambó, Chicha o Tango; los campesinos de Baviera, Alemania, le proporcionan el 
bandoneón creado por Vertag Band, que se dice que llegó el primero a Buenos Aires en 1870 y según el cronista Nelson 
Domínguez fue en 1905 que se le agregó definitivamente al Tango. Para ese mismo año el pintoresco barrio de La Boca era 
llamado Tangópolis, algunos dicen que fue allí que le agregaron el lunfardo de sus letras y en 1913-14 el argentino Don Roberto 
Firpo le impone el piano, que junto al bandoneón y el contrabajo jamás se separarán de la instrumentación, dejando afuera la 
guitarra, el clarinete y la flauta.
Desde 1912 triunfa el Tango Rioplatense en París, de ahí que a algunos le hicieran creer que su ritmo africanoide era europeo, tan 
lejanos de la ritmática y del aporte directo africano. Lo cierto es que la historia del origen del Tango se pierde por la discriminación 
con lo negro, ya que los antiguos historiadores por sus prejuicios raciales lo sustituían con una tesis hispánica, indígena o 
europeizante.
En Cuba se cultivó derivado de este ritmo, el Tango Congo o congó. En el Diccionario de la Música Cubana de Helio Orovio 
leemos al respecto que es  “variante de la canción que recibe rítmicamente la influencia de otros géneros sobre todo del son. Se 
desarrolla a partir de la década del veinte, en este siglo, tipificando lo negro, en el ámbito de la zarzuela cubana. Como nuestras 
clásicas figuran “Mamá Inés” (de la zarzuela Niña Rita de Ernesto Lecuona), Popoppó (de zarzuela Cecilia Valdés, de Gonzalo 
Roig).”
Igualmente, como ya hemos visto, del tango que se interpretaba entre los negros esclavos en Cuba nació la Habanera, que define 
Orovio como “Género cuyo origen se encuentra en la danza criolla. Tuvo su mayor auge durante la segunda mitad del siglo XIX, 
como manifestación bailable. Sus elementos estructurales han aparecido en piezas de compositores europeos, como Albéniz, 
Ravel, Bizet, Debussy, Faure y Saint-Saens. Influyó además en géneros latinoamericanos, especialmente del tango argentino. 
Luego desapareció como baile, quedando como género vocal, del que es ejemplo la habanera “Tú”, de Sánchez de Fuentes…”
Los cubanos no queremos quitarle la paternidad del Tango a los porteños y a los rioplatenses, porque conocemos en carne propia, 
el dolor que se siente cuando nuestros logros musicales y nuestro patrimonio musical son usurpados.
Como dijera el tenor, periodista, musicólogo y patriota cubano, Luis Conte Agüero que considera el Tango «un género tan 
excepcionalmente hermoso»: «El Tango es porteño y rioplatense a pesar de los cultiparlistas repudiantes. La inmensa mayoría 
son argentinos; muchos son uruguayos. Hay Tangos en Alemania, Francia y otros países. Como baile reverdece ahora en 
Europa y gusta en Estados Unidos. Mexicanos y venezolanos, colombianos, cubanos y otras nacionalidades, no bailan Tango ni 
lo componen; eso sí, lo disfrutan y cantan con mucha voz y sentimiento. El mundo espera por el regreso triunfal del Tango».-
ESTAMPAS DE CUBA POR
MARIA ARGELIA VIZCAINO
El Tango Rioplatense en Cuba
 
www.mariaargeliavizcaino.com
 
 
                    Parte I de II
Al hablar de la historia del tango rioplatense en Cuba tenemos que empezar 
comentando sobre la trayectoria de Emilio Ramil conocido por El Gardel Cubano, 
porque de no ser por él, que además de haber sido una gloria artística internacional 
para honra de nuestro país, fue el primero que se dedicó a escribir profundamente 
sobre la incursión de esta música en nuestra nación.
Gracias a su hijo del mismo nombre, Emilio Ramil Jr., que tan amablemente me remitió 
las fotocopias de esos estupendos artículos autobiográficos, es que puedo compartir 
con mis lectores un resumen de tan interesante historia que fue publicada en la revista 
de New York El Tiempo en 1989, y como anotaría en la Enciclopedia Discográfica de 
la Música Cubana el Dr. Cristóbal Díaz Ayala «infortunadamente no está publicada 
como libro (...) contiene una minuciosa descripción de su vida artística, con 
interesante información».
Según nos refiere el propio Emilio Ramil en sus valiosos escritos, se puede asegurar 
que los comienzos del tango rioplatense en Cuba fueron al principio de la década de 
1920. Él se basa en la discografía que llegó primero de Europa y Estados Unidos y 
posteriormente de Suramérica, además por las partituras para ejecutar la pieza que se 
vendieron en esa época igual que el papel de música para las pianolas.
Aquellos primeros discos que se escucharon en las casas privadas y comerciales eran 
tangos «bastante habanerizados y muy sincopados». Del que más grabaciones se 
difundieron fue del cantante español procedente de Islas Canarias Juan Pulido «con su 
tono azarzuelado de barítono tanguero» llamado el «Emperador de la Canción» por los 
cientos de discos que llegó a grabar. Junto a Pulido (que se casó con la actriz y poetisa 
cubana Dalia Iñiguez) se escuchaba a José Moriche natural de Navarra que trabajó 
con Gardel en las películas Cuesta Abajo y El Tango en Broadway. Fue tanto el furor 
del Tango en Cuba que cuando llegó el cantante originario de Palma de Mallorca 
Fortunio Bonanova con su potente voz especializado en Operas y Zarzuelas, el 
empresario le pidió que incluyera tangos en su repertorio y fue un éxito rotundo. Por lo 
que los precursores del tango uruguayo-argentino en nuestro país fueron los españoles.
Sin lugar a dudas el que mayor éxito logró en aquellos primeros tiempos fue José 
Bohr, un chileno hijo de inmigrantes alemanes que en sus inicios artísticos era locutor 
en Argentina, pero llegó a la celebridad presentándose con sus tangos-obras que 
aunque con poca voz, tenía una manera muy especial de decir el tango al estilo de 
Mauricio Chevalier, pero bailando, componiendo, recitando, diciendo chistes al 
público y dirigiendo su propia orquesta. Fue contratado junto a su esposa la pianista y 
compositora Eva Limiñana por el agente teatral cubano Meitín. «Era tanto el éxito de 
este artista que se inventaron en La Habana las llamadas Matinales. Pues estas eran 
antes que las Matinees. Y Bohr actuaba así: Matinales, Matineé, Tanda y Noche, 
cuatro funciones diarias y en dos o tres teatros a veces (...) el público salía de un 
teatro en donde él actuaba y sin ver más el espectáculo que seguía a continuación 
seguían a Bohr, al siguiente teatro».
El agradecimiento de Bohr con el público de nuestra isla que tanto lo apoyó se hizo 
notar al componer un tango para nuestra mujer que tituló «Cubanita». Hubo otro 
tanguista apasionado por Cuba, el talentoso argentino Agustín Magaldi que nos dedica 
su composición «Cubanita mía» y la rumba «Viva el amor».
A  finales de la década de 1920 es que comenzaron a llegar las grabaciones de los 
tanguistas argentinos, pero de forma privada primero, porque comercialmente se 
distribuyeron para 1930, como los primeros discos de Gardel con la RCA Victor que 
se vendieron en 1933, 34 y 35, año de su fallecimiento.
Fue el Trío Argentino integrado por Irusta, Fugazot y Demare los que llevaron el 
verdadero tango a Cuba sin giros europeos o norteamericanos entre 1931-32. Ellos se 
desprendieron de la Orquesta de Canaro en Argentina y se encaminaron a España 
donde filmaron algunas películas de éxito internacional como «Ave sin rumbo» que en 
otros países le llamaron «Mi musa campera», pero la que precedió su actuación 
personal en Cuba fue la titulada «Boliche» estrenada en el teatro Payret en La Habana. 
Después, el público cubano llenaba siempre los teatros donde quiera que se 
presentaran a pesar de la depresión económica, y todos cantaban sus canciones 
«Dandy», «No te engañes corazón», «Rosa Peregrina», etc.
El tango rioplatense era la moda en el mundo civilizado por eso casi todos los artistas 
querían cantarlo. Para ese tiempo en nuestro país se popularizaron como ya dijimos los 
españoles Pulido, Moriche, Bonanova, el chileno Bohr, el Trío Argentino de 
Irusta, Fugazot y Demare, además de Margarita Cueto, Rodolfo Hoyos, Azucena 
Maizani, Rosita Quiroga, Carlos Mejía, entre los primeros extranjeros junto a los 
nacionales Mariano Meléndez y Pilar Arcos, desde luego, el que mayor impacto 
causó fue Carlos Gardel que el pueblo cubano se quedó esperándolo en su gira 
triunfal que se tronchó con el accidente aéreo ocurrido en Colombia.
Posteriormente entre los argentinos más populares que recorrieron nuestro país 
saboreando aplausos y vítores se destacan Hugo del Carril, Alberto Gómez, y la 
extraordinaria Libertad Lamarque bautizada La Novia de América cuando fue 
presentada por el periodista cubano Ciro de la Concepción en su primer viaje a Cuba el 
2 de enero de 1946; regresó en 1951, en el 55, 56 y 57. Fue también la primera artista 
en ser entrevistada desde un avión mientras sobrevolaba la ciudad de La Habana. Todo 
gracias al Tango Rioplatense y a los avances de la radiodifusión en nuestra bella y 
otrora próspera nación.
                   Parte II de II
De los primeros cubanos que cantaron Tango Rioplatense en nuestro territorio no se 
guarda recuerdos porque todavía en la década de 1920 no se hacían grabaciones en 
nuestro país, hasta 1935, como anota el Dr. Cristóbal Díaz Ayala en su documentado 
libro Del Areyto a la Nueva Trova «que Miguel Gabriel le compra a la propia 
RCA-Victor un equipo de grabación y lo instala en la CMQ y ya no hay que salir de 
Cuba para grabar».
En opinión de Emilio Ramil, conocido como el Gardel Cubano, que además ha sido un 
gran coleccionista de música, el primer cubano en grabar tangos en forma profesional 
fue el profesor de canto, cantante y músico Mariano Meléndez en 1926 con el sello 
Brunswick (Es un golfo; Oh, Julián; Todo para ti). Después, a raíz de la muerte de 
Gardel en 1935, nos dice que salieron unos ocho números grabados por el cubano 
Luis Madrid para el sello disquero Columbia, sin embargo antes, la cupletista Pilar 
Arcos ya había grabado tangos en New York (Mocosita; Sentencia en 1926 y en 1927 
Tango Negro; Fea; Fumando Espero) lo que Ramil no la tiene en cuenta por no estar 
seguro de que era cubana ya que se dedicaba más a los géneros de la Madre Patria, 
por algo fue llamada La Reina del Cuplé.
Explica Ramil en sus interesantes artículos que «los intérpretes cubanos agarraban 
escuelas ya hechas de tanguistas disqueros», eso se debía a la carencia de 
compositores para su repertorio en nuestro país. El mismo Ramil aclara que es porque 
«en gran parte los estilos individuales de cantantes se forman por su repertorio que 
obtienen de la primicia de los compositores que hacen música para ellos». Y pone de 
ejemplos a Manolo Fernández imitando el estilo de Agustín Irusta; Miguel Angel 
Penahad a Alberto Gómez; Che Quiroga a Agustín Magaldi; Nilda Espinoza a 
Mercedes Simone; Olga Chorens a Libertad Lamarque; El Trío Argentino de 
Nadio-Naffia y Espinoza, al original Trío Argentino de Irusta-Fugazot y Demare.
Y yo le agrego a su listado a Rolando Leyva que él mismo dice que cantaba todo el 
repertorio de Bohr, aunque Ramil asegura que «con más voz por supuesto»; Armando 
Figueroa, conocido posteriormente como Armando Bianchi el esposo de Rosita 
Fornés, imitando a Hugo del Carril; y el propio Ramil con su voz y figura tan parecida 
al Morocho del Abasto Carlos Gardel. Logrando éxitos internacionales Manolo en 1945 
en México y la Chorens en 1949 en la misma Argentina. Claro, todos tenían a su vez 
«un color de voz propio (algo caribeño) como es natural», adquiriendo poco a poco 
un matiz exclusivo y se reconocía la diferencia entre el original y el cubano.
En aquellos años muchos artistas que alcanzaron la fama comenzaron su vida artística 
cantando tangos uruguayo-argentino como Olga Guillot que debutó a la corta edad de 
nueve años con un tango, y el polifacético amigo Rosendo Rosell que empezó 
cantando este estilo con el pianista Gustavo López en la emisora CMCJ de Rodríguez 
y Hermano que estaba en las calles Monte y Estevez en La Habana. Otra gran parte 
que lograron triunfar gracias al impulso del programa La Corte Suprema del Arte que 
trasmitía CMQ-Radio, compitieron cantando tangos como el actor Carlos Badías; el 
Trío de Servando Díaz, el Trovador Sonriente; el también trovador, guitarrista y 
locutor Berto González; el bautizado Tenor de Las Antillas René Cabel; Carlos Alas 
del Casino quien se especializó en música guajira; Roberto Espí, el conocido bolerista 
y sonero del Conjunto Casino.
Hubo cantantes de tangos muy originales como los interpretados por Ramón Espígul, 
el bailarín, actor, compositor, grabando para la RCA-Victor simpáticas parodias como 
«Bebiendo espero» por «Fumando espero» que Ramil recuerda decía: «Bebiendo 
espero a la negra que yo quiero, allá en la esquina de una calle mezquina». En el 
tomo III del libro Vida y Milagros de la Farándula en Cuba su autor Rosendo 
Rosell menciona a un tal «Millonario Carioca que se mandaba unos tremendos tangos 
en broma, que hacían desternillarse de risa al público».
Además del cine que estrenaba casi constantemente películas argentinas, la radio fue el 
gran impulsor de la cultura tanguista con programas muy escuchados por Radio 
García-Serra; Radio Lavín; Radio O'Shea luego RHC; Radio Cadena Suaritos; La Casa 
de las Medias donde transmitía Ramil como locutor Tangos al Atardecer; y el más 
famoso, Ritmos del Plata, conducido por el cantante Tony Alvarez. También hubo 
exquisitos bailarines de tango, algunos trabajaron en películas como Sergio de Karlo, 
Pacheco y su pareja Mireya.
Desde 1922 a 1942 el tango tuvo «casi un primer plano detrás de la música cubana», 
por eso la destacada periodista Araceli Perdomo narró para El Nuevo Herald bajo el 
título «Un corcho de mala suerte» y publicado el 24 de junio de 1992 que «En Cuba, el 
tango argentino y el corrido mexicano enraizaron por igual en nuestro pueblo sensible 
y musical como pocos»; pero yo agregaría a tan formidable artículo, que por la 
cantidad de tanguistas que hubo en comparación con los rancheros cubanos, el 
primero superó al segundo.
Aclaro, que esto es sólo un resumen que podría motivar a los historiadores, así que 
muchos datos y nombres se me escapan, aunque no me puedo perdonar olvidar a los 
tanguistas Bertha Pernas de la época de Ramil; Carmencita Falgas; Magaly Alou; 
Xenia Marabal; Héctor Riopelle; Kiko Hernán; Alfredo Cataneo; y a Luis 
Conte Agüero, que aunque algunos eliminan por político (como fue quizás Manolo 
Fernández) y cante otros estilos, ha sido uno de los mejores exponentes y defensores 
de la música rioplatense en el exilio cubano en Miami, igualmente recuerdo a Filiberto 
Fraíz, un hijo muy querido de Guanabacoa que, cuando era pequeña nos honró en mi 
propia casa cantando sus tangos y nos hacía vibrar con sus interpretaciones igual a los 
más famosos y que me trae a la memoria unos versos de «Barra querida» que grabara 
Ramil: «...Quién pudiera activar el tiempo cruel y volver a vivir aquella edad, quien 
pudiera cantar en un portal canción dulce de amor».-
El Gardel Cubano,EMILIO RAMIL
--por maria argelia vizcaino
 
 
 
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